27 años tenía Pinar, una estudiante turca que fue brutalmente asesinada por su exnovio. Ella fue estrangulada, parcialmente quemada y puesta dentro de un barril al que luego le puso concreto encima para desaparecer todo rastro.
A Colombia llegó el #ChallengeAccepted durante este fin de semana. Las redes sociales se empezaron a ver inundadas por fotos de mujeres a blanco y negro, que invitadas por sus amigas y conocidas más cercanas, posteaban mensajes a favor de la unidad, la belleza y el amor propio.
Eso era lo que yo sabía de este reto. Nunca imaginé el trasfondo detrás de él y debo confesar que mi corazón se estremeció al descubrir la cruda verdad. No conocía nada de Pinar, pero miro su foto y siento un profundo dolor al pensar que sufrió a manos de un ser despiadado que le arrebató la vida no solo a ella, sino también a sus familiares, amigos y en general a todas las mujeres que NO QUEREMOS MÁS VIOLENCIA DE GÉNERO.
Luego de conocerse este FEMINICIDIO, las mujeres turcas se volcaron a las calles para protestar en contra de tan aberrante caso, pues Pinar entró a engrosar las cifras de MUERTES VIOLENTAS en ese país, en donde nada más en 2019, se registraron 474 asesinatos y en lo que va corrido del 2020, la cifra ya asciende a 146.
Su lucha le dio la vuelta al mundo pero con el mensaje equivocado. Este #ChallengeAccepted no era para mostrar lo lindas que somos. Era para protestar por el feminicidio contra Pinar. Era para sentar una voz de rechazo a su muerte violenta. Era para gritar que nos duele que nos sigan matando.
En Turquía marcharon y lo seguirán haciendo, para que las leyes sean más severas en contra de los asesinos de mujeres y para que sus gobernantes entiendan que esto debe parar. A esta lucha se han sumado MUCHOS HOMBRES que también NOS quieren VIVAS Y LIBRES.