La envidia y los prejuicios, son en su mayoría los detonantes para que las mujeres no seamos solidarias entre nosotras. Según un estudio realizado en 2016 por la firma británica Demos, el 50% de los ataques a mujeres en las redes sociales, provienen de otra mujer. Este hecho que no es aislado, se repite en la vida cotidiana y en los diferentes ámbitos de la sociedad.
¿Estás sorprendida? ¿En serio estás sorprendida? ¿Cuántas veces has sido tú la que juzga, la que insulta y habla mal de otra chica? Si somos sinceras, TODAS lo hemos hecho y creemos tener una “causa justa”.
Criticamos a otra mujer por su forma de vestir, por las fotos que sube a sus redes sociales. Juzgamos cosas que solo le importan a ella como lo es su vida sexual y la manera en que elige vivirla. Si adelgaza o sube de peso, si es rubia, castaña o pelinegra. Vamos más allá cuando justificamos que otros la agredan, la insulten y hasta la abusen.
No tenemos empatía y lo peor, parece no importarnos hasta que somos la víctima. Si, la que está en la boca del lobo, a la que critican y despellejan viva. A la que insultan por expresar que no quiere ser madre, o que en vez de casarse, quiere viajar sola por el mundo para realizar sus sueños, y ni decir de las que opinan de temas como el aborto, la religión y la política.
Vivimos en una feroz competencia muy insana, y yo me pregunto ¿competencia de qué? Acaso queremos la pareja que tiene esa mujer a la que criticamos, o su forma de ser, su vida, sus amigos…
La rivalidad femenina tienen nombres propios y en muchas oportunidades descalificamos solo por conseguir la atención de un hombre, por ese trabajo soñado, ah, y también, por ser la más bonita, la que tiene más seguidores y likes.
Somos buenas amigas con ese núcleo cercano, pero a las demás las miramos por encima del hombro, y las vemos como RIVALES. Nos cuesta apoyarnos en nuestros proyectos y sueños. Seamos realistas, la mayoría de las veces no somos ni buenas amigas, Ese pajazo mental de creernos superiores ... No. Partamos del hecho de que somos seres humanos imperfectos, y en algún momento de la vida hemos fallado. Pero contrario a esto, si queremos todo el paquete (que nos quieran, que hablen bien de nosotras, que caigamos bien, etc..)
Y como si no fuera suficiente luchar contra el machismo y los extremos a los que la sociedad nos orilla, debemos defendernos de nuestro propio género ¿Cuántas veces has escuchado a un hombre hablar mal de su amigo o de ese sujeto con el que se cruzó en algún momento de su vida? Hagamos cuentas mentales, no creo que tardemos mucho, pues esta mala práctica la lideramos nosotras.
Yo también he fallado como mujer y como amiga. Y he tenido que asumir las consecuencias que esto ha traído a mi vida. He perdido personas muy valiosas, he llorado por abrir mi boca de más. Pero también he aprendido a construir desde mi experiencia. Ahora VALORO a las mujeres y no solo a las que están en mi entorno. Trato de apoyar a las que no conozco, trato de no juzgar vidas ajenas y me muerdo la lengua cuando a mi boca vienen palabras con insultos o descalificativos.
¿Podemos cambiar estos comportamientos? Claro que sí. Solo debemos estar UNIDAS y RESPETARNOS. Dejemos los prejuicios de lado y trabajemos en ello.