Muchas personas piensan que ser feminista es algo negativo. Lo llevan a ese extremo de que si lo eres, odias a los hombres, y yo me pregunto ¿por qué debemos pensar que el querer igualdad, equidad y dignidad, es sinónimo de odio?
Emma Watson lo describió muy bien hace un par de años en la presentación que realizó ante la ONU. En sus palabras: “Esto tiene que terminar” y se refiere precisamente a esa mala interpretación que hay al decir que el feminismo y el supuesto odio hacia el género masculino van ligados.
“FEMINISMO por definición, es creer que tanto hombres como mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades. Es la teoría política, económica y social de la igualdad de sexos”.
Pensar en estas palabras me remonta a mi niñez. Única hija mujer con dos hermanos hombres. En casa todos éramos amados, pero mis labores dentro del hogar eran muy diferentes a las tareas que desempeñaban ellos.
A mi era la que ponían a hacer los oficios de la casa, barrer, lavar la losa, ayudar a trapear y lo más importante, aprender a cocinar. Mi papá que en ese entonces era machista, me decía que me enseñaba a cocinar para que mi marido no me diera en la jeta, literalmente esas eran sus palabras. Él nunca me pegó, siempre fui su niña amada y de eso no tengo queja. Pero al mirar atrás, entiendo que ese pensamiento estuvo en los hogares y las mentes de muchos.
Él llegaba a la casa y mi mamá debía recibirlo con las pantuflas en la mano, agacharse y colocárselas en los pies. Tenerle la comida caliente ¡Ay! dónde estuviera tibia. Ella no tenía decisión ni voto. No estudiaba, menos trabajaba. Era básicamente su empleada y yo, su pequeña aprendiz.
Con mis hermanos nos llevamos dos años de diferencia, soy la del medio. Mientras ellos veían televisión o jugaban, yo los atendía. Fui creciendo y los papeles se invirtieron. Mi papá empezó a hablarme de independencia, y estudios, en cambio mi mamá mostraba un tinte machista. Ella me quería en casa todo el tiempo para que le ayudará con los quehaceres.
Tanto a hombres como mujeres se les limita el expresarse, a no ser ellos mismos, a no mostrar sus sentimientos, sus gustos y pasiones. Es algo así como que los niños juegan con carros y las niñas con muñecas, y no se pueden invertir los papeles porque ante la sociedad NO está bien visto, pero ¿y si queremos simplemente ser iguales? ¿Si queremos romper estereotipos?
Se feminista no es ser anti-hombres. Ser feminista es luchar por el mismo respeto, los mismos salarios, los mismos empleos, las mismas oportunidades y condiciones. Es poder decidir el camino que queremos tomar en medio de una sociedad en donde todavía se trata a la mujer como una mercancía, donde se le limita su pensar, su vestir y hasta sus elecciones de vida; un ejemplo de ello, escoger a su compañero de vida. El que ella quiera, no el que su religión y cultura le quieran imponer.
Buscar estas condiciones de igualdad, para muchos es una amenaza. Es difícil enfrentar esa barrera cultural en donde las mismas mujeres se quejan de aquellas que alzan su voz por los derechos de todas. Mujeres que justifican los abusos, la desigualdad y el valor de su existencia.
Emma Watson es clara al decir que no hay un país en el mundo en donde se respete y aplique la IGUALDAD DE GÉNERO en su totalidad, ni uno solo. Y no está alejada de la realidad. Aunque se ha avanzado en el reconocimiento de los derechos básicos, la lucha sigue y se enfoca en dejar de estigmatizar a las mujeres que día a día dan esa pelea.
Ningún hombre que respete, ame y valore a las mujeres, cree que ser feminista esté mal. Mi papá empezó a notarlo. Él se dio cuenta que este mundo era poco equitativo, justo, y digno para el género femenino sin distinción de edad. Su pensamiento cambió y así lo hizo también su discurso hacia mi.
Ya no me decía que me enseñaba algo para que mi marido no me diera en la jeta, sino que lo hacía para que yo tuviera más oportunidades y para irme si algún día era víctima de maltrato. Para que buscara independencia y pudiera valerme por mi misma sin someterme a lo que otros quisieran.
Él hoy tiene 66 años, reconoce que fue machista y egoísta no solo con mi mamá, también conmigo. En este momento de mi vida, no hay nadie que me empodere más que mi papá. Su respaldo es incondicional, al igual que su amor.
El mundo avanza y para fortuna del feminismo, a sus filas se unen muchos hombres que entienden el valor de la mujer en la sociedad, en sus vidas y en la transformación de la humanidad.
¿Podemos desaprender las malas enseñanzas? Esto demuestra que sí y que es necesario hacerlo para construir una sociedad más igualitaria y sana, en donde haya espacio para hombres y mujeres.
“Quiero que los hombres se comprometan para que así sus hijas, hermanas y madres, se liberen del prejuicio y también de que sus hijos se sientan con permiso de ser vulnerables y humanos, y una versión más honesta y completa de ellos mismos”, Emma Watson.